viernes, 27 de marzo de 2009

La pintura en el siglo XX: El Impresionismo


¿Qué papel desempeñó el impresionismo dentro de la historia del arte?

El impresionismo es un movimiento francés, es decir, se produce dentro de la corriente de la historia francesa del arte. Se inserta en una evolución de la pintura francesa que estaba en pleno desarrollo. Esta pintura abarca a partir del siglo XVIII toda clase de maestros y de revoluciones extremadamente importantes: después del romanticismo, del naturalismo y del realismo aparece el impresionismo, que se sitúa como un episodio en el interior de una evolución, de una revolución dentro de una serie de revoluciones. En consecuencia, es un fenómeno que hay que examinar relacionándolo con lo que ha ocurrido en el campo de la pintura, es decir, verlo dentro de una determinada corriente, dentro de una especie de lógica histórica.

¿Hasta qué punto el impresionismo fue una reacción contra el realismo pictórico?

Fue, a la vez, una reacción contra el realismo y, de hecho, una continuación del realismo, puesto que el impresionismo fue una escuela esencialmente naturalista. El interlocutor del pintor impresionista es la Naturaleza. En este sentido, los impresionistas son naturalistas, piensan en la Naturaleza, se refieren a la Naturaleza. Lo que les diferencia de otros naturalistas es que tienen de ella una concepción completamente nueva, por ejemplo, de la de Courbet, o de la del primer Manet. Manet significó una enorme revulución. Manet fue recuperado para la pintura, un Manet que llevaba consigo una nueva concepción de la pintura, hasta el punto que puede decirse que fue el pintor de pintores, el primero en hacer pintura-pintura. Los impresionistas se unieron a él, lo tomaron por maestro. Entonces se produjeron influencias recíprocas; a él mismo le subyugó su novedad y se adhirió a ellos, y empezó a pintar claro, a su modo, puesto que hasta entonces, como discípulo de los españoles, había cultivado temas sombríos. De modo que fue conquistado por los impresionistas, se adhirió a la causa de la luz y la claridad.

¿Cómo ha influido la investigación sobre colores, especialmente los trabajos de Chevreul, en el desarrollo del impresionismo?

En su amor por la Naturaleza, los impresionistas intentaron dar una imagen más exacta de ella, la estudiaron no sólo por medio de impresiones directas, sino valiéndose de los conocimientos científicos. Estuvieron influidos por las teorías de Chevreul, por las de los físicos que estudiaban la luz y sus fenómenos, teorías que ya habían interesado anteriormente a Delacroix. Este las contó a Signac y éste, a su vez, a los neoimpresionistas. Delacroix quiso conocer personalmente a Chevreul. Se citaron, pero aquél no pudo asistir a la cita. Tal interés era muy significativo; Delacroix fue uno de los primeros pintores que se ocupó de la división de tonos, que se interesó por la oposición y la combinación de las tonalidades y que tuvo conciencia de que el color no es la mera coloración de una superficie, de que el color no es una cualidad del objeto, de que un objeto no es negro, verde o rojo, sino que la luz colorea los objetos y, en consecuencia, juega con los objetos, sobre los objetos, en un juego que le es propio, el juego del prisma. De manera que el pintor no se pone a iluminar la superficie de una tela, sino que procede por capas, por capas extremadamente diversas cuya combinación y superposición crea el tono adecuado a la vista. En esta teoría, los impresionistas han reconocido el origen de las investigaciones a que se dedicaron; la lectura de los físicos que estudiaban el color, de ese modo dieron un carácter progresivamente científico a sus investigaciones. Trabajaron primero de una forma instintiva, y sólo al final del impresionismo, al crearse el divisionismo o el neoimpresionismo, fue cuando dieron carácter estrictamente científico a una investigación que, hasta el momento, se había llevado a cabo por simples intuiciones, por instinto.

Con el puntillismo, Seurat llevó al impresionismo al límite. ¿Cómo lo hizo y cuáles fueron sus consecuencias?

El puntillismo o divisionismo, o neoimpresionismo, puede considerse más como efecto que como causa del impresionismo. Podríamos definirlo como la culminación intelectual y científica de este último. Proyecta sobre él una luz retrospectiva al ofrecer, por así decirlo, la explicación racional de todo lo que estos grandes creadores habían inventado de modo intuitivo, por medio de su propia y simple sensibilidad. Así le confiere un carácter teórico, un carácter científico, constituye la teoría del impresionismo, lo cual tuvo una gran influencia sobre el arte del futuro, aunque una teoría no es suficiente para crear un arte nuevo, ni para justificarlo y verificarlo. El arte es una invención perpetua. La teoría fija los inventos, de manera que cuando se ha elaborado una determinada teoría sobre algún punto del arte, inmediatamente surge otra que fija y define diferentes aspectos de ese arte, en perpetua invención. Seurat, maestro de esa escuela, concluyó el impresionismo, pero, al mismo tiempo, llevó a cabo una nueva creación debido a su fuerza propia, a su genio más que a sus ideas, por su actitud ante el arte y por su cierto carácter monumental e hierático que dio a sus figuras. Seurat significa también la oposición al impresionismo, ya que todo progreso se hace por reacciones, y por su carácter intelectual, pero esa estilización hierática de sus figuras, anuncia un arte que ya no se apoya en las sensaciones como el impresionismo, sino en el intelecto, en el espíritu. El corolario de esas búsquedas prácticamente científicas será el cubismo. De modo que, si miramos de una forma un tanto esquemática los diferentes capítulos de la historia de la pintura moderna, el puntillismo es la conclusión del impresionismo y el primer capítulo de una nueva historia opuesta al impresionismo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Marcel Duchamp


Duchamp, nacido en Ruán y tercer hijo de una familia numerosa de clase media, muchos de cuyos miembros tenían inclinaciones artísticas, ha vivido en Nueva York desde 1915. Durante esos cuarenta y cuatro años de residencia norteamericana tan sólo ha trabajado medianamente en serio en una obra (La novia desnudada por sus solteros, incluso, un óleo sobre cristal transparente, del tamaño de un vitral de iglesia), y no ha terminado ninguna; a efectos prácticos, abandonó la pintura en 1913, el año en que su Desnudo bajando una escalera (sobre el que un crítico contemporáneo escribió: "Gire en redondo tres veces, dé un par de golpes con la cabeza contra la pared, y si golpea lo bastante fuerte, el significado se hará perfectamente obvio.") fue la obra que causó la sensación más embriagadora entre los cerca de mil seiscientos experimentos precursores expuestos en el histórico Armony Show. "Pero", protesta Duchamp, "que no pinte no significa que haya abandonado el arte. La reputación de los buenos pintores se basa en apenas unas cinco obras maestras. El resto de su obra no es imprescindible. Esas cinco tienen la fuerza del escándalo. El escándalo es bueno. Si he realizado cinco cosas buenas, ya me parece suficiente. O podría decirse que, en lugar de morir, como Seurat, a los treinta y un años, soy un hombre cuya inspiración para la pintura se acabó, ¿eh?" Su inspiración, o en todo caso su talento para juguetear con el arte, que es donde reside el encanto infantil y hoy día ya nada escandaloso de sus obras, no ha desaparecido, ni mucho menos: en su infinito tiempo libre, Duchamp ha confeccionado frascos de perfumes surrealistas, ha realizado una pionera película abstracta, se ha dedicado a la decoración de interiores (techos cubiertos con sacos de carbón), ha ideado un museo Duchamp portátil a base de reproducciones en miniatura de sus obras más conocidas (incluida una amapola de "aire de París"), y ha inventado para su regocijo otras formas fraudulentas de arte de juguete; pero lo que parece interesarle sinceramente es el ajedrez, una forma de diversión más seria, tema sobre el que ha escrito el libro más recherché que pueda imaginarse: se editaron mil ejemplares en tres idiomas, y (agárrense bien) el título es: Opposition et Cases Conjuguées, Opposition und Schwesterfelder, Opposition and Sister Squares. Duchamp aclara que: "Trata de los peones bloqueados, cuando la victoria se decide con los movimientos de los reyes. Es algo que sólo ocurre una de cada mil veces. Y ¿por qué?", añade, "no ha de ser mi dedicación al ajedrez una actividad artística? Una partida de ajedrez es muy plástica. La elabora uno mismo. Es escultura mecánica, y con el ajedrez uno crea hermosos problemas, y esa belleza se hace con la cabeza y con las manos. Además, socialmente, es más puro que la pintura, porque no se puede ganar dinero con el ajedrez, ¿eh?"

Y suponiendo que se pudiera, sin duda Duchamp no lo haría: ha expresado a menudo sentimientos antilucro que equivalen a una alergia a las finanzas ("¡No! La pintura no debería convertirse en algo de moda. Empieza a lloverle dinero y más dinero, y acaba convirtiéndose en una oficina de Wall Street"); desde luego, muy pocos detalles de su vivienda -en el cuarto piso de un edificio de piedra caliza de un tono rojizo sucio y lúgubre, sin ascensor, sito en una nada atractiva calle secundaria de Manhattan- insinúan niveles de limusina en la puerta; el apartamento, decorado en una especie de estilo seudoartístico moderno propio de los años veinte, no ostenta nada que sea digno de especial mención, excepto un pequeño Matisse y un Miró de gran tamaño; como morada, ese piso dice que su inquilino es un hombre dueño de sí mismo, razonablemente libre y sin ningún compromiso con nadie. En el buzón del zaguán hay una placa deslucida cuyo contenido deja perplejo: "Matisse-Duchamp-Ernst." Y es que resulta que la actual señora Duchamp fue antes la señora Matisse, esposa de Pierre, hijo del gran pintor; en cuanto a lo de Ernst, la cosa viene de que el juvenilmente sonrosado y lustroso surrealista Max había sido inquilino del apartamento. El orden de los nombres, su jerarquía, como si dijéramos, parece un adecuado juicio artístico.


Truman Capote