martes, 27 de enero de 2009

La apreciación de la obra de arte


El gusto, o la aptitud para percibir la belleza y juzgarla, supone un don innato, pero se desarrolla por la educación y la enseñanza, principalmente por el estudio y explicación racional de la obra de arte; en igualdad de condiciones, cuanto más la inteligencia está informada de las reglas, de los procedimientos, de las dificultades del arte, y sobre todo del fin que el artista persigue, y de sus intenciones, tanto mejor preparada está para recibir en ella, por medio de la intuición de los sentidos, el resplandor inteligible que emana de la obra y para percibir espontáneamente su belleza y gustarla. Es así como los amigos del artista, que saben lo que este ha querido -como los Ángeles conocen las Ideas del Creador- gozan de sus obras infinitamente más que el público; es así también como la belleza de ciertas obras es una belleza escondida, accesible sólo a unos pocos.


Jacques Maritain